LITERATURA ECUATORIANA EN EL SIGLO XX Y XXI

El Ecuador nace como una entidad poética casi a la par con el modernismo americano. Nuestro modernismo triste, enmascarado, disfrazado de bufón de lágrimas, de exquisito poeta francés que manipula al símbolo romántico hasta enfrascarlo en un individualismo tenaz para que se  consuma en un hermoso infierno autoimpuesto por una voz poética derrotada. 

Este es un tipo de literatura enfocada a la crítica social, libertad absoluta de creación sin tener que seguir las reglas impuestas por movimientos anteriores

Poetas más destacados 


Encontramos:

José Joaquín de Olmedo.- 

José Joaquín de Olmedo y Maruri (Guayaquil, 20 de marzo de 1780 y murió el 19 de febrero de 1847) fue un abogado, político y poeta ecuatoriano. Fue uno de los personajes con mayor trascendencia y participación en la historia ecuatoriana. Su figura se hizo notable en la era independentista, en la integración grancolombiana y en los inicios republicanos de Ecuador. 





Sobre sus obras más destacadas podremos decir:

Durante su vida, dedicó parte de su tiempo a la creación de novelas, cantos, obras, poemas, entre otros tipos de obras literarias. Entre sus más conocidas obras están: Canto a Bolívar, Al General Flores, vencedor en Miñarica.y Alfabeto para un niño. Diseñó la bandera y el escudo de Guayaquil, además de componer la letra para su posterior himno.
En 1808 se inspiró y compuso el prólogo a la tragedia El Duque de Viseo de Quintana y su silva titulada El Árbol, que terminó en 1809 y contiene dos partes, una filosófica y de gran sentido estético y otra menos cuidada con la que cierra el poema, pareciendo como si hubiera unido dos versos distintos.
En enero de 1811 aún estaba en México y leyó su poema Improntu.
A principios de 1817 viajó a Lima y escribió A un amigo, don Gaspar Rico....
En 1821 escribió su hermosa Canción al 9 de octubre considerada el primer himno que ha tenido el territorio ecuatoriano.
En 1823 editó en Lima su traducción del inglés del Ensayo sobre el hombre de Alexander Pope, en 45 páginas.
En 1825 compuso una Marcha, el poema La Libertad.
En 1837 escribió la Canción del 10 de agosto, que como ha demostrado el padre Espinosa sirvió de antecedente al actual himno nacional.
En 1840 escribió En la muerte de mi hermana. En 1843 editó Ocios poéticos del General Flores y una oda en su obsequio en 52 págs.
De allí en adelante sus cantos comenzaron a republicarse con gran éxito. En 1848 salió en Valparaíso un volumen de Obras Poéticas, única colección revisada y corregida por Olmedo, meses antes de su muerte.

A continuación un extracto de uno de sus poemas:

Canto a Bolívar

El trueno horrendo que en fragor revienta
y sordo retumbando se dilata
por la inflamada esfera
al Dios anuncia que en el cielo impera.
Y el rayo que en Junín rompe y ahuyenta
la hispana muchedumbre
que, más feroz que nunca, amenazaba,
a sangre y fuego, eterna servidumbre,
y el canto de victoria
que en ecos mil discurre, ensordeciendo
el hondo valle y enriscada cumbre,
proclaman a Bolívar en la tierra
árbitro de la paz y de la guerra.
Las soberbias pirámides que al cielo
el arte humano osado levantaba
para hablar a los siglos y naciones
-templos do esclavas manos
deificaban en pompa a sus tiranos-,
ludibrio son del tiempo, que con su ala
débil, las toca y las derriba al suelo,
después en en fácil juego el jugaz viento
borró sus mentirosas inscripciones
y bajo los escombros confundido
entre la sombra del eterno olvido
-¡oh de ambición y de miseria ejemplo!-
el sacerdote yace, el dios y el templo.
Mas los sublimes montes, cuya frente
a la región etérea se levanta,
que ven las tempestades a su planta
brillar, rugir, romperse, disiparse,
los Andes, las enormes, estupendas
moles sentadas sobre bases de oro,
la tierra con su peso equilibrando,
jamás se moverán. Ellos, burlando
de ajena envidia y del protervo tiempo
la furia y el poder, serán eternos
de libertad y de victoria heraldos,
que con eco profundo,
a la postrema edad dirán del mundo:
«Nosotros vimos de Junín el campo,
vimos que al desplegarse
del Perú y de Colombia las banderas,
se turban las legiones altaneras,
huye el fiero español despavorido,
o pide paz rendido.
Venció Bolívar, el Perú fue libre,
y en triunfal pompa Libertad sagrada
en el templo del Sol fue colocada».

Dolores Veintimilla de Galindo.

Nació en Quito el  12 de julio de 1829  y murió en Cuenca, 23 de mayo de 1857) fue una poeta ecuatoriana.

Durante su corta vida fue la creadora de poemas de corte romántico1 que están cargados de esos elementos que asocian a la mujer con el papel de víctima: tristeza, anhelo del pasado, un amor frustrado, pesimismo, etc. Su poema Quejas está lleno de esos sentimientos. El fracaso en su matrimonio con el médico colombiano Sixto Galindo. Así como su pensamiento adelantado a la época, marcarían la personalidad y los trabajos posteriores de Dolores. Durante toda su vida se enfrentó al machismo. La persecución e incomprensión de la sociedad cuencana la llevó al suicidio.



Obras:

Dolores Veintimilla dejó pocas obras, las cuales fueron publicadas en conjunto por Celiano Monge en Quito después de la muerte de la poetisa.
Entre la prosa sobresalen Fantasía y Recuerdos. Son obras en las que dialoga con el pasado y en las que culpa al tiempo por haber dado una temprana muerte a sus ilusiones.
En el verso es donde mejor logra plasmar su dolor.
Con Aspiración, Desencanto, Anhelo, Sufrimiento, La noche y mi dolor, Quejas, A mis enemigos, A un Reloj y A mi madre.
Cómo característica de estilo prefirió el verso rimado y musical, y que casi no se valió de metáforas u otras imágenes literarias para plasmar su dolor en sus escritos.


A mis enemigos

¿Qué os hice yo, mujer desventurada,
que en mi rostro, traidores, escupís
de la infame calumnia la ponzoña
y así matáis a mi alma juvenil?
¿Qué sombra os puede hacer una insensata
que arroja de los vientos al confín
los lamentos de su alma atribulada
y el llanto de sus ojos? ¡ay de mí!
¿Envidiáis, envidiáis que sus aromas
le dé a las brisas mansas el jazmín?
¿Envidiáis que los pájaros entonen
sus himnos cuando el sol viene a lucir?
¡No! ¡no os burláis de mí sino del cielo,
que al hacerme tan triste e infeliz,
me dio para endulzar mi desventura
de ardiente inspiración rayo gentil!
¿Por qué, por qué queréis que yo sofoque
lo que en mi pensamiento osa vivir?
Por qué matáis para la dicha mi alma?
¿Por qué ¡cobardes! a traición me herís?
No dan respeto la mujer, la esposa,
La madre amante a vuestra lengua vil...
Me marcáis con el sello de la impura...
¡Ay! nada! nada! respetáis en mí!




Julio Zaldumbide.-

Nació en Quito el 5 de julio de 1833 y falleció el 31 de julio de 1887, de consumada rectitud académica realizó estudios de Derecho y Filosofía y su vida se desarrolló, entre su consumado republicanismo político y su concepción romántica de la poesía.



Obras: 

Creó varios poemas y sonetos, además de unos pocos denominados ´´naturaleza´´

  • A la soledad del campo (A ti me acojo, soledad querida)
  • A María (Esposa casta, Virgen sin mancilla)
  • A mi corazón (¡Corazón! ¡Corazón! ¿Por qué suspiras?
  • A mis lágrimas (Corred, lágrimas tristes)
  • Al dolor (Hiere, hiere, ¡oh Dolor! He, aquí desnudo)
  • Al sueño (En otro tiempo huías)
  • El amor en la adolescencia (¿Quién eres tú, oh muda compañera)
  • La estrella de la tarde (¡Salud, oh estrella de la tarde!, rosa)
  • Las estaciones. A Laura (Cuatro estaciones hay en nuestra vida)
  • La eternidad de la vida (Cosas son muy ignoradas)
  • La noche (¡Oh noche! ¡Oh madre de la luz! Ahora)
  • Madrigal (¿Qué dices, Laura, de esta flor? ¡Qué hermosos)
  • Melancolía. A Laura (Flota en los aires, de la tarde el velo;)
  • Trova (Son tus ojos dos estrellas)

Al dolor

Hiere, hiere, ¡oh Dolor! He, aquí desnudo

mi inerme pecho: el protector escudo
que en otro tiempo rechazó tus dardos,
roto en pedazos estalló a tus golpes,
y contra ti ya nada me defiende.
¡A ti me entrego en mi fatal despecho!
Hiere, pues, rompe, hiende,
destroza sin piedad mi inerme pecho.
Pero sabe, oh Dolor, que, aunque rendido,
a ti me doy perdida la esperanza;
no me verás doblar la erguida frente
y el rudo bote de tu ardiente lanza
del corazón herido
no arrancará ni queja ni gemido
ni de su llanto hará correr la fuente.
Y acaso el solo ruego
que escuchen de mis labios tus oídos,
será que de tu brazo formidable
en mí descargues tan tremendo y fuerte
que con sólo ese golpe me des muerte,
dando fin a esta vida miserable.
Noma Pompilio.
Nació en Guayaquil, 1832 y murió el 4 de abril de 1907 fue un poeta y filósofo ecuatoriano. Hijo de Manuel Leocadio de Llona y Rivera, abogado, prócer de la independencia de Ecuador y suscritor del acta de Independencia de Guayaquil; y de Mercedes Echeverri Lados.



Obras:

Entre sus obras literarias se encuentran diversos temas sobre los acontecimientos y circunstancias de la vida. Escribió sobre asuntos religiosos y patrióticos, estéticos y filosóficos. Buscaba los temas y los lectores. No hay una composición que no esté dedicada a un personaje o a una nación


  • Cien sonetos nuevos
  • Interrogaciones
  • Amor supremo
  • Himnos, dianas y elegías patrióticas y religiosas
  • De la penumbra a la luz
  • Cantos americanos
  • Nuevas poesías
  • Artículos en rosa
  • Noches de dolor en las montañas
  • Canto a la vida
  • Odisea del alma
  • Clamores de Occidente
  • El gran enigma
  • Noche de dolor en las montañas
  • Grandeza moral
  • La bandera del Ecuador



Desde mi estancia
Al eminente crítico y poeta argentino don Calixto Oyuela
 Mi ventana, que se abre a la campiña
 do se extiende fantástico paisaje,
 cubre del huerto trepadora viña
 con la tupida red de su ramaje;


 entre su fronda, hasta la oscura estancia
 filtra su blanca luz la luna llena
 que, alumbrando los campos a distancia,
 surge en el cielo fúlgida y serena;



 dando tregua a misérrimas congojas,
 contemplo yo, de la penumbra opaca,
 el arabesco de las negras hojas
 que en argentado fondo se destaca;



 de la cumbre de próxima montaña
 desciende el aura y el follaje agita;
 ¡y siento entonces emoción extraña,
 ansiedad soñadora e infinita!...



 ¡Afuera, allá, las mágicas florestas,
 dormidos valles, encantados montes!...
 ¡Y esos hierros, y ramas interpuestas
 ante aquellos grandiosos horizontes!...



 De la terrena cárcel tras la reja,
 mira así el alma con dolor profundo
 el infinito que su luz refleja
 en los oscuros ámbitos del mundo;



 ¡y así contempla en la penumbra hundida,
 el lejano ideal de su ventura,
 por entre las malezas de la vida,
 donde, a veces, de lo alto descendida,
 la divina pasión sólo murmura!...



Cesar Borja.-

Nació en Quito, 6 de febrero de 1851 y murió en Guayaquil el 31 de enero de 1910. Médico, investigador, escritor, poeta parnasiano, diputado, alcalde de Guayaquil, ministro y político ecuatoriano, hijo del capitán. Camilo Borja Miranda y de Maclovia Lavayen y Gorrichátegui.




Obras: 

Durante toda su vida cultivó la escritura, colaborando en revistas como Gordian y Hogar, y en periódicos como El Grito del Pueblo Ecuatoriano. Formó parte del grupo de fundadores y colaboradores del semanario El Guante (1910). Escribió también varias obras, como el drama La Pólvora (1914, en colaboración con Rafael Pino Roca); la novela Estrellita (1917), que él mismo tradujo luego al alemán; y la obra entre literaria y científica Mamá. Un caso clínico de afasia (inédita). Formó parte del movimiento modernista en Ecuador, colaborando como redactor y con varios poemas en las revistas de esa tendencia: Renacimiento (1916), Patria y Helios (1918).



PAISAJE DE LAS CORDILLERAS

¡Qué bello despertar! La luz triunfante 


doquier hería a la rebelde sombra, 
descubriendo calladas perspectivas 
sobre la verde matizada alfombra.


Y a su conjuro mágico surgía
de entre los pliegues de la niebla reta, 


sobre el fondo del claro firmamento, 
la cordillera altísima v remota.


En cavo lomo inaccesible v negro, 


muralla eterna a la planicie inmensa, 
cada cumbre de nieve parecía


frente mebriada que en el cielo pi 


Surgió radiante el sol. Entre las crestas 
del Ande secular encanecido,


veíase el disco brillador en fondo 


de nácares fulgentes encendido. 
Del lecho de los páramos obscuros 
la mole negra del titán se erguía 
v radiaba del hielo de sus cumbres 
los resplandores mágicos del día.


Miguel Moreno.-

(Cuenca, 1851, 1910) Poeta ecuatoriano. Después de haberse graduado en medicina, fue director de un hospital en Pataco, cerca de la frontera peruana. En 1877 publicó sus primeros poemas (Sábados de mayo) en colaboración con Honorato Vázquez. Tras el fallecimiento de su esposa, escribió Libro del corazón (1907), donde, en un diálogo íntimo, da rienda suelta a sus sentimientos. En 1951 fue publicada su Antología poética.






Obras:

Ya desde su época de estudiante había empezado a desarrollar su gran inspiración poética, y para 1872 ya había escrito su célebre poema «Sábados de Mayo», en el que «hizo las leyendas de la tierra, glosó los sentimientos del pueblo, rimó los motivos campestres y cantó las coplas del barrio y las serenatas a la luz de la luna»; obra que fue publicada junto a Honorato Vásquez en un libro que bajo el mismo título recopilaba una selecta colección de versos de los dos amigos y poetas. La primera edición de esta obra fue publicada en 1877, la segunda en 1907 y una tercera en 1977.


  • Cantares de Elena (Crié una paloma hermosa)
  • Canto a Honorato Vázquez (Qué de cantos se principian)
  • ¡Chis! (En ti tan sólo pienso)
  • Cosas del tiempo (Apenados, sollozantes)
  • ¡Es él!... (¿Quién es aquel que tétrico)
  • La garza del alisar (Tendido sobre una roca)
  • La niña y el escribanillo (Escribanillo, di, ¿qué)
  • La novia (Corazón enfermo)
  • Perdida (¿Qué he perdido? ¡Mi lengua se resiste)
  • ¿Reposo? (¡Me asusto de mí mismo!)
  • ¡Si volvieras! (¡Viva, te amé tanto, tanto!)



La novia
Corazón enfermo
y alma amante y sola,
si cantar pudiera:
¡Ya tengo mi novia!...
¡Qué triste la vida,
qué lentas congojas
sin unos amores,
sin una paloma!
Cualquiera, a los veinte,
vive en la memoria
de una rubiecita
cándida y hermosa;
y recibe flores,
y devuelve trovas,
y ama, si es amado;
si no, canta y llora.



Y yo, sin ventura,
sin ser una roca,
sino un vatecillo
que sueña y adora,
vivo que me muero,
soñando en la gloria.
¿Dónde hallaré un alma,
cual la mía, sola,
y las dos se encuentren
como dos palomas?
¡Si en vez de ser hombre,
yo fuera paloma,
ya un nido tuviera,
ya tuviera esposa!
¡Late, pecho mío!
¡Oh alma soñadora,
ya estás en el cielo,
ya vino la novia!
¿Quién más linda que ella?
¿Quién como mi Dora?
Aún no abre el capullo
mi abrileña rosa.
Ni las auras sepan
¡silencio, alma loca,
que ya como a mía
la adoro a mis solas!





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